Un pez gordo ha vuelto a perder los nervios en las redes sociales.

La causa es muy sencilla: soltó un “DOYR” (haz tu propia investigación), y enseguida aparecieron en la blockchain un montón de shitcoins con ese nombre. Esta vez no pudo evitar aclararlo: “Yo solo estoy charlando en mis publicaciones, no escribiendo un whitepaper para vosotros.”

Traducido a lo coloquial: que yo mencione DOYR no significa que podáis lanzar un $DOYR para desplumar a los pequeños inversores, y si pasa algo, no me echéis la culpa.

Y no es la primera vez que pasa.

Antes, mostró a su perro y lo llamó “Xilanhua” (brócoli en chino). ¿El resultado? En una noche surgieron más de una docena de tokens $XILANHUA, y una blockchain casi colapsa por la avalancha de smart contracts basura.

Más tarde mencionó un proyecto benéfico, Giggle Academy, con intención educativa. La comunidad lo pilló al vuelo: crearon el token $GIGGLE, lo pumpearon al abrir y lo tiraron al suelo poco después. Tuvo que emitir un comunicado de madrugada desvinculándose del asunto.

Ahora este tío casi lleva el descargo de responsabilidad en el ADN: “Aunque hagáis meme coins con mis coletillas, yo seguiré tuiteando lo que quiera. Las subidas y bajadas del token no tienen nada que ver conmigo.”

En el fondo, lo tiene clarísimo:
Los minoristas monitorizan todos sus movimientos para pillar la primicia,
los de siempre monetizan el hype antes que nadie,
cuando revienta el chiringuito, vuelven para acusarle de “liderar el rug pull”.

Pero la gente no traga:
“Así que tú te llevas la fama y nosotros nos comemos el muerto, ¿no?”
“La próxima vez que digas ‘beber agua’, ¿van a sacar un $HESHUI?”

Lo más irónico es que, cuanto más intenta desvincularse, más se anima el mercado. Ahora “muletilla de KOL = cantera de meme coins” es ya consenso en el sector.

Si quieres mi opinión, la próxima lista de nuevos tokens probablemente será:
$DOYR
$JUSTSAID
$NOTME

¿Habrá quien lance otro $DOYR para rascar pasta?
Muy fácil.
Con que vuelva a decir “DOYR”, seguro que en los comentarios ya aparece una ristra de direcciones de contrato.

En cripto nunca faltan genios.
Lo que siempre falta es el último al que le toca quedarse con el marrón.