En 2018, cuando empecé, apenas tenía unos pocos miles de dólares en la cuenta. Tras siete años, he pasado por liquidaciones totales, retrocesos, noches en vela vigilando el mercado y ansiedad; cada una de esas experiencias está grabada en los huesos. He pagado muchas novatadas y caído en innumerables trampas, pero al final he resumido seis lecciones para sobrevivir. Si las hubiera entendido antes, me habría ahorrado fácilmente decenas de miles de euros.

**Primera: Si sube de golpe y baja despacio, no te apresures a vender con pérdidas.**
Este tipo de movimiento suele indicar que los grandes están acumulando posiciones. Lo que realmente debe preocuparte es cuando, tras un gran volumen y una subida brusca, el precio se desploma de inmediato: eso sí es señal de que te están cazando.

**Segunda: Si baja fuerte y sube con desgana, no te apresures a comprar el mínimo.**
Las pequeñas recuperaciones tras un desplome suelen ser solo un cebo antes de descargar posiciones. Esa sensación de “ya no puede bajar más” es la más peligrosa; el mercado castiga justo esa clase de esperanza.

**Tercera: Un alto volumen en máximos no siempre es malo; lo realmente peligroso es la falta de volumen.**
Si hay volumen, aún hay juego y dinero en movimiento; si no lo hay, los grandes ya se han ido y solo queda el cascarón vacío.

**Cuarta: No te precipites si ves volumen en el suelo; hay que mirar la continuidad.**
Un pico de volumen en un solo día no significa nada. Si hay varios días seguidos de volumen, especialmente tras una fase lateral, eso sí es señal de acumulación.

**Quinta: La vela es la superficie, el volumen es el núcleo.**
El precio refleja solo la emoción. Si realmente quieres entender el mercado, aprende a leer el volumen.

**Sexta: El mayor reto es vaciarte a ti mismo.**
Solo si no te obsesionas puedes esperar en liquidez la oportunidad adecuada; solo si no eres codicioso te atreves a salir cuando tienes beneficios; solo si no tienes miedo te atreves a entrar cuando toca. Gestionar las emociones es mucho más difícil que acertar la tendencia.

En siete años, he pasado de lanzarme a ciegas al mercado a actuar con cierta calma. Más de dos mil días y noches me han llevado a una conclusión: los que realmente ganan dinero no son los más listos, sino los que más saben esperar. Nunca faltan oportunidades; lo que falta es dirección y paciencia.